Wednesday, January 13, 2010

Ámsterdam

Siempre digo que la apreciación de un lugar es muy subjetiva y siempre tiene que ver con las personas que uno comparte ese lugar y con las experiencias que vive. Ámsterdam para mí estuvo marcada por dos cosas: Bettie, una pendeja que vale oro, con mucha chispa, de esas personas que con sólo tenerlas al lado te hacen feliz. Y la segunda fue mi flash back a la facu. Resulta que Bettie está en el primer año de la facultad de antropología, y si bien durante el día me iba a recorrer la ciudad, a la tarde la iba a buscar con su bici a la facu, ahí me entraban ganas de volver a las aulas, mas en ese lugar. La Universidad de Ámsterdam, del siglo XVII, con su edificio y su estilo medieval hace pensar a uno que viajo en el tiempo. El último día cuando la pase a buscar, nos fuimos con ella y sus compañeros de curso a tomar unas birras al bar de la facu, porque tiene tanta onda, que todos los días de la semana hay una reunión/fiesta de cada carrera, en este caso era el día de la facu de Antropología y Ciencias Sociales, a mi juego me llamaron. Tal vez mucha gente piense que no es buena idea tener un pub en la facu, les aseguro que todo lo contrario. Que mejor lugar que un pub con unas birras, a veces muchas más que unas, de por medio. Las ideas fluyen por todos lados, la gente debate abiertamente, sin inhibiciones, como en la más perfecta de las democracias. Acá pude soltar un poco la lengua y aprender a ver cómo ve el mundo un estudiante europeo. Bettie me presentó mucha gente, algunos con la cabeza cerrada, otros con la cabeza abierta, a veces tan abierta que pecan de utópicos e idealista, y con mucha curiosidad por saber cuáles eran mis ideas y percepciones. Bet El escavio fluía, las ideas se iban deformando y se convertían en delirios, pero de entre todo eso se saca muy buenas cosas. El pub se llena, se mezcla lo académico con el sex appeal, las teorías y paradigmas se rompen por alguna indirecta que exalta el líbido de la concurrencia, se mechan los temas dejando lugar a que el desarrollo de la noche haga su jugada, que el tiempo sea el juez. El tema es que tiempos se manejan en un ámbito así. Cuando estábamos saciados de debates, coqueteos y tragos, Bettie me llevó de putas. Ah!! Perdón, aclaro, en Ámsterdam irse de putas es simplemente caminar por el Red Light District, o zona roja, donde aparte de los canalitos, árboles y casas increíbles, está lleno de vitrinas que exponen toda la carne al asador. Putas de todos colores, etnia y religión. Es uno de los paseos típicos de Ámsterdam. Si no puede encontrarlo, solo siga ese aroma tan particular de Ámsterdam, ese olorcito picanton para el olfato, tulipanes?? Claro que no, no es época, me refiero a la hoja de cinco puntas. No sólo putas en vidriera a lo casa de ropa Etam se encuentra en esta ciudad semi acuática, sino también bares para fumar por todos lados, especialmente en este barrio. Siempre me acordaba de las despedidas que tuve de gente que estaba seguro iba a ver otra vez, ya sea ustedes en Argentina, o mis amigos europeos en Asia. Pero no me acordaba lo difícil que es una despedida con alguien que querés, y sabés que tal vez no la veas nunca más, y que si la ves otra vez seguramente sea por corto tiempo. Así fue mi despedida con Bettie, ese abrazo, ese beso de despedida fue creo uno de los más duros. Lo bueno de este lugar, es que a pesar de lo lindo que es, uno disfruta de las cosas simples, como andar en bicicleta. Con Bet, no necesitábamos hacer un tour a la Casa Orange de la Reina Mater blablabla, nos conformamos yirando en la ciudad conmigo al volante y ella sentada en el carrito de atrás con las dos piernas colgando del mismo lado, como una señorita, en la clásica bicicleta estilo inglés. En un flashback a la infancia, jugábamos a romper records yendo de un lugar a otro, comiéndonos las puteadas de los automovilistas y tranvías por cruzar semáforos en rojos, y después simplemente echarnos en uno de los verdes parques de la ciudad de la triple equis. Ámsterdam es una joya, al igual que su gente y los recuerdos que me llevo de ella.

Rotterdam y Den Haag (La Haya)

La única razón por la cual Rotterdam se me cruzó en mi camino fue Lucas, mi amigo pelado de toda la vida.

Si bien como ciudad no dice mucho, es una ciudad moderna, ya que la vieja Rotterdam fue nivelada a cero durante la guerra por ser el puerto más importante de Europa, hay ciertas cosas que la hacen interesante, como los parques. De todas formas mi paso por aquí careció de tinte turístico, me concentre mas en disfrutar de mi amigo y divagar, planeando nuestros próximos viajes para el futuro, con un Lucas que esta mas flasheado que nunca. Fue lindo verlo de vuelta y disfrutar de su compañía.
De todas formas la cosa no murió acá. El pelao me llevo a pasear por Den Haag, o más conocido por nosotros como La Haya, ciudad donde se encuentra la sede de gobierno y justicia de este país. Es una ciudad “pintoresca”, con un aire de monarquía pero muy, muy austera, nada que ver con la vieja que esta en Buckingham. Pase por la casa de la que nuestras abuelas llaman “nuestra princesa”.

Con el pelado y dos amigas de él nos alquilamos un velerito y nos fuimos a pasear por los lagos de la ciudad. Bueno, en realidad a mí que me gusta meter algún que otro palo, esta vez no puedo decir nada. No solo todo me pareció muy ordenado y prolijo, sino que me pareció autentico y respetuoso. Los holandeses, a pesar de que tengan guita y sean tipos cultos, son muy humildes y respetuosos. La verdad me cayeron bien, me dieron buena espina.


Sin embargo el reencuentro con Lucas fue lo que más me movió. La última vez que lo vi al pelao fue en julio del 2008 cuando trabajamos juntos en la montaña en Nueva Zelanda. Me moría de ganas de verlo, y tuve que apurarme para llegar porque se fue a trabajar a Argentina unos meses. Quería agarrarlo antes que se vuelva. Gracias por esos días Luqui!!