Monday, February 15, 2010

Mannheim, Coti, Boris, teatro y vino.

¿Porqué entre todas las ciudades lindas que tiene Alemania elegí ésta? Después de todo es una ciudad industrial, nivelada durante la segunda guerra, mucho no hay. Vine a cumplir una promesa que había hecho hace más de seis años. Y valió la pena. Constance, Coti para mí, es una amiga que estuvo viviendo en la Argentina durante todo el 2003. Una mina increíblemente inteligente pero por sobre todas las cosas una persona de diez. Habla castellano perfecto, así que espero que esté leyendo este posteo.

Coti y yo
Como en Alemania no hay red de buses de larga distancia, y el tren no es barato, me incliné por la alternativa; gente que viaja de una ciudad a otra y busca gente para compartir gastos, perfecto!! Coti me esperaba a las 12 de la noche en la estación central de Mannheim, no necesitamos ni dos minutos para ponernos al tanto, fue casi como si el tiempo no hubiese pasado. Al otro día Boris, su marido y un gran amigo, nos delito con un asado bien completo, a lo criollo!! Después de haber recorrido un poco la ciudad, Coti y Boris me inculcaron un poco de cultura teutona. Primero me llevaron a la opera. Después de casi dos años sin ponerme un traje, finalmente me lookearon para ir a ver a Don Giovanni de Mozart en un teatro para no más de 300 personas, del siglo XVII y como si fuera poco, en la noche de estreno!! Increíble.


A la salida del teatro y después de atravesar unos jardines del palacio donde estaba el teatro que te hacían sentir de la corte del rey, fuimos a comer, y beber, a una destilería de cerveza. El servicio de mesa impecable, una señora tamaño tanque que te obligaba a tomar cerveza, si le decías “paso esta ronda” te miraba mal y pedía explicaciones, claro, estaban calentando los motores para el Oktoberfest.


Al otro día Coti me llevó a Heidelberg ciudad, o mejor dicho pueblo, dónde la democracia alemana tuvo sus raíces en el siglo XIX, luego interrumpida por un tiempo, y bastión de los universitarios de ciencias políticas. Un pueblo increíble, muuuy lindo, medieval, con castillos y lleno de ferias y festivales, mucha cerveza y salchichas.

Heilberg, cuna de la democracia alemana

Día siguiente, ya con Boris incorporado al equipo, me llevaron a recorrer la zona viniticola de Alemania, cerca de donde viven los chicos, y donde todos los fines de semana los pueblos se alternan para ser anfitriones de las fiestas viniticolas. Lo bueno de estas es que no son en el pueblo, sino en los viñedos mismos. Montan chiringuitos para degustación de vinos, puestos para comer algo, donde nos clavamos unas bondiolitas que no tenían nada que envidiarle a las de costanera, seguido de una sopa de cebolla y papa increíble, bien alemana. Servían hasta langostas en el medio de los viñedos!! Nos agarró la noche y para rematar nos comimos un…. No me acuerdo el nombre, pero era de manzana y estaba bárbaro, no era strudel. En definitiva, si vienen por estos pagos, no se pueden perder estas fiestas, son muy buenas y se vive el verdadero espíritu alemán.

Viñedos


Era hora de seguir viaje, pero no sin antes comer otro de los asados de Boris! Me fui una mañana, los chicos se iban a trabajar, le deseé suerte a Boris que tenía una reunión importante, le di un fuerte abrazo y después abracé a Coti tan fuerte como para que se guarde ese abrazo por todo el tiempo que iba a pasar hasta la próxima vez, que espero sea pronto. Caminé sin mirar atrás, porque a esta altura ya había aprendido que las despedidas se pueden hacer largas y tristes, así que preferí ya pensar en el reencuentro, ya sea en Buenos Aires o en Mannheim. Gracias por todo Coti y Boris!!! Son dos genios!!

Thursday, February 4, 2010

Hamburgo......mmm hamburguesa

El cruce de Holanda a Alemania fue un poco complicado. La forma más barata de hacerlo era Eurolines, la línea de bondis europea, que si bien es lo más barato, sigue siendo caro. La cuestión es que en la frontera nos pidieron pasaporte, y no sé como fue bien el tema, creo que por papeles, dejaron detenida a una mujer musulmana. Entre gritos, la separación con la familia, etc, nos agarró la noche.


Finalmente llegué a Hamburgo, ciudad donde me esperaba Dani, una de mis amigas alemanas. La noche viene así; llegué a las once de la noche, Dani ya estaba media entonada ya que estaba haciendo una fiesta en su casa. Una genia, aún así me fue a buscar a la estación de bus. Yendo para su depto, en el subte, de repente una chica de un grupito de punks me dice: “Fernando!!” ¿qué? ¿vos de de dónde me conoces?. Resulta que Dani, en sus años de adolescente rebelde había sido punk, y si bien ya no lo era, los amigos nunca se pierden. Muy buena onda los pibes, iban escribiendo grafitis en las estaciones, pateando tachos, muy al espíritu rebelde punk. Estuvimos un rato en la casa de Dani y después me llevaron al Reeperbahn, barrio que tiene una de las escenas nocturnas más grandes de Europa.


Un poco de historia. Hamburgo es el segundo puerto más grande de Europa después de Rotterdam, es una ciudad que durante mucho tiempo giró en torno al puerto. Puerto grande, muchos barcos, muchos marineros, muchos burdeles. Como estamos en el siglo XXI donde lo bajo es glamoroso y lo glamoroso muchas veces termina siendo grasa, todos estos burdeles terminaron convirtiéndose en discos top, bares y algunos simplemente siguen siendo burdeles más sofisticados. Los marineros de los buques hoy por hoy son todos filipinos y no se van de putas.


Fiel a sus raíces, Dani me llevó a una disco de rock and roll y punk, disco por donde habían pasado Sex Pistols, Ramones, Goo Goo Dolls y demás iconos punks. Buenísimo, pude respirar una verdadera atmósfera punk. La noche, no sé como, terminó en un karaoke cantando Led Zeppelin.


Estuve como una semana con Dani, que me paseó por toda la ciudad, sus parques y fuimos hasta Kiel, ciudad que queda en el mar Báltico bien al norte. A Dani la conocí en Tailandia, en Chiang Mai, y habíamos recorrido parte de Laos juntos, Luang Prabang, la verdad, una de esas personas que te querés traer para Argentina. Fuimos al “sunset spot” de Hamburgo, una playita por la que ves todos los buques entrando al puerto y el sol poniéndose atrás, donde la Airbus tiene su planta de prueba. Mucha onda, a pesar de que está lejísimos de ser una playa paradisíaca, los chiringuitos y la gente le dan mucha onda.



Me despido de Dani, aunque no sería una despedida definitiva, y encaro para el sur, destino Mannheim.